sobre mi

Recuerdo una época en la que no me veía como una artista, sino como una niña que nunca dejó de pintar. Crecer y la necesidad de crear son cosas que siempre han ido de la mano en mi vida. Así como un niño no puede explicar por qué dibuja flores y arcoíris, yo tampoco puedo explicar del todo por qué sigo pintando y creando. Pero sí sé que tengo un impulso insaciable por comprender.

Mis primeros dibujos de flores y arcoíris evolucionaron a autorretratos durante mis momentos más tristes, piezas tejidas cuando tenía el corazón roto, y bocetos rápidos con diálogos imaginarios cuando estaba enamorada. Crear es mi manera de desenredar y comprender mis pensamientos, en su mayoría sobre mi infancia y la pérdida de mi madre, mi cuerpo y el espacio que ocupa como mujer, y la soledad. Lo que queda es mi obra.

La pintura es mi principal medio de creación porque requiere tiempo y quietud, capturando mis pensamientos como una cámara preserva un momento en el tiempo. A través de una autorreflexión activa, mi proceso creativo y mi obra están inevitablemente entrelazados con la intimidad y la vulnerabilidad, enraizados en la autenticidad y la sinceridad.

Mi aspiración más profunda como artista es crear piezas que inspiren momentos pequeños y contemplativos, que despierten un diálogo interno silencioso en el espectador y tejan una conexión emocional a través de mis representaciones de escenas ordinarias y mundanas.